¿Cómo puede ser que estás cosas pasen tan de repente? De la
nada. De la nada llegaron. Nadie se la esperaba. Veinticinco personas eramos, y
ellos cuatro. Cómo explicar la impotencia, el miedo, por mí, por los otros… Uno
piensa en miles de cosas en ese momento.
Y después, después la denigración. El
miedo por mi cuerpo. Vergüenza por lo que estaban diciendo y después haciendo.
Por suerte, no llegó a mayores. Por suerte nadie salió lastimado en
serio. Pero, de todas formas, no va a volver a ser igual. Tengo ganas de quemar
esa ropa… lo juro… Uno piensa en cosas como “por qué me puse esa ropa, por qué
vine, por qué no le hice caso a mi mamá, por qué a mí”, pero… ¿de qué sirve?
Me sentía lejana a todos. No me hicieron nada grave, pero me
sentí violada, porque al fin y al cabo fue todo en contra de mi consentimiento.
Siento miedo, quiero vomitar. Y nadie me entendía, todos tenían ganas de reírse
(o intentar reírse) “no pasó nada, no pasó nada, ya pasó”. Sí, pero yo estoy
hecha mierda. “Gracias” digo “asco” pensaba. Me obligó a decir gracias a todo
el hombre, es… no encuentro las palabras… Quiero llorar, tengo que disimular.
Siento que no valgo nada. Me doy cuenta a través de esto qué
poco importo, que poco importa nada. No sé, lo único que quería era un abrazo
de la gente que me importaba. Me
sorprendió la reacción de mucha gente. De cada uno salieron cosas que no
esperaba. Creo que la gente que estaba más cerca de mí me entendió más que
nadie, escuchó todo, aunque no podía verlo. El resto, el resto estaba viviendo lo suyo, es comprensible. Pero mierda…
¿por qué a mí?
Quiero vomitar.