Hechos verídicos, ninguna ficción.
Descendían los pocos escalones que estaban frente a la reja de afuera. Una de ellas, llave en mano; la otra, murmuraba para sus adentros la dirección de la primera, en un intento de anotación mental para la próxima vez. Esta era su conversación:
- ...dillo 849, bien, estoy segura que sé el camino de vuelta.
- Eso esperemos- contestó la dueña de casa, girando la llave en la cerradura y dejando pasar a su invitada, para luego cerrar la puerta.
Los tacos de Agustina acentuaban sus pasos en la marcha... hacia la izquierda.
-¿Agustina?
La aludida se dio vuelta.
- Es por el otro lado- dijo Milagros, señalando con el dedo el sentido contrario.
Segundos en silencio con cara de incredulidad. Una risa incontenible se desató.
- Esperame que me abrigo.
Subió los escalones hacia el interior, manoteó el polar y los zapatos, y acompañó a su despistada amiga hasta Emilio Castro.
En mi defensa... YO VINE POR LA IZQUIERDA!
Gracias a mi amiga Milagros por guiarme hasta el infinito y más allá.
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